En los últimos años, las marcas se han centrado en ser auténticas –y demostrarlo- para diferenciarse de su competencia a ojos del cliente, algo de lo que las nuevas generaciones son en gran medida culpables.
Pero, -¿qué significa ser auténtico?- En este sentido, los expertos apuntaron que la mezcla de la tradición, la sinceridad y el compromiso con la calidad denotaban autenticidad por parte de las marcas. De hecho, entonces un 91% de los consumidores señalaba que quería que las marcas fuesen honestas cuando hablaban de sus productos. Y, en relación a ello, la autenticidad denotaba que la marca defendía buenos valores.
Allí fue cuando las marcas empezaron a centrar sus esfuerzos en encajar en ese perfil, pero no a base de trabajar su honestidad y transparencia, sino simplemente utilizando pistas que pudiesen dar a entender al consumidor que eran honestas y auténticas. Más tarde, en 2016 los consumidores empezaron a ser menos inocentes y más escépticos con las empresas según un estudio realizado por Business Insider. De hecho, 4 de cada 5 consumidores señalaba que las marcas no eran abiertas.
Infoxicación, fake news y desconfianza del consumidor
Todo ello, se suma al boom de las fake news que actualmente invade medios de comunicación y redes sociales, lo que genera entre consumidores y usuarios una cierta sensación de engaño. La frontera entre la verdad y la mentira es cada vez más difusa para ellos y esto afecta, por supuesto, al consumo.
Todo este entorno se ha convertido en un problema para las marcas, que cada vez lo tienen más difícil para comunicar su veracidad a los consumidores. La tecnología hace que cada vez sea más complicado saber qué es verdad y qué no lo es, mientras la inteligencia artificial se encuentra en pleno desarrollo y genera desconfianza al consumidor.