Daniel Rossinés es el director gerente de
Comansi, juguetera
barcelonesa con más de 50 años de historia. La
empresa planea su entrada en el mercado internacional y prepara el
lanzamiento de nuevos productos, muchos de ellos licenciados. Pero
si por algo se la recuerda es por el
Fuerte
del Oeste, producto estrella de los 70 y los 80 que ahora la
compañía relanza con un nuevo diseño y el
mismo eslogan: “Juguete completo, juguete Comansi”.
Comansi acaba de relanzar su Fuerte del Oeste, y no es la
única empresa del sector que apuesta por marcas
históricas. ¿La nostalgia es un buen factor de
venta?
Nos pareció interesante por un lado porque el fuerte
como tal es un buen producto en cuanto a concepto y acabado, pero
por otro lado se sigue este argumento de la nostalgia: los padres
de entre 35 y 45 años son la generación que
jugó con el Fuerte Comansi en los años 70 y 80. Este
valor nostálgico es importante porque ellos se lo pasaron
bien con el juguete y esto significa que sus hijos también
se lo pueden pasar bien y sobre todo compartir ese momento de juego
con el hijo, enseñarle cómo se juega y revivir esas
viejas batallas de cuando uno era pequeño.
Comansi nunca ha dejado de fabricar en España, aunque
tiene producción en China. ¿A qué se debe esta
decisión?
A la situación del mercado del producto licenciado, ya
que gran parte de nuestra producción es de este tipo. Por un
lado, la vida de las licencias se está acortando cada vez
más y por otro, hay muchas más licencias, por lo que
no se vende tanto de cada una. En cambio, en China se piden unas
producciones mínimas muy elevadas y al final el coste
financiero que supone fabricar allí, incluyendo
además el almacenaje y el transporte, hace que este
país no sea tan competitivo para nosotros. En España
tenemos producciones de licencias como
Pocoyó o
Caillou que nos permiten prácticamente fabricar
bajo demanda, con lo que evitamos rupturas de stock y
pérdidas de facturación por este lado, además
de gastos innecesarios de financiación y tesorería.
Así, el negocio es mucho más manejable.
Ahora que los costes en China están
incrementándose, ¿cree que más fabricantes
optarán por tener al menos parte de su fabricación en
otros países?
Creo que sí, sinceramente. El capitalismo al final es
como una plaga de langostas que siempre va buscando dónde
hay más comida. Pero si China ya no es tan competitiva y
deja de ser la fábrica del mundo, puede ser el mercado del
mundo. Hay un mercado de más de 1.300 millones de personas
que pueden tener la facilidad y la posibilidad de consumir, dados
el incremento de salario y las mejoras sociales.
En todo caso, es seguro que China dejará de ser
competitiva como fábrica mundial en los próximos
años. Lo que está por ver es si esta
producción se va a derivar a países de África
Central o a otras zonas de Asia, como Vietnam, Laos o Camboya.
También están por ver las infraestructuras y las
condiciones que ofrecen los gobiernos de estos países.
¿Cree que el juguete tradicional y las nuevas
tecnologías pueden complementarse?
Nosotros lo hemos hecho con los
Invizimals, que son unos juguetes que vienen de un
videojuego para la PSP, y el resultado comercial ha sido muy bueno.
En realidad, estas nuevas tecnologías son como leer el
periódico por internet: facilitan el acceso, pero al final,
nos gusta tener algo tangible. El niño también quiere
algo que pueda manipular e intercambiar.
¿Las jugueteras españolas necesitan
internacionalizarse? ¿Cuáles son los objetivos de
Comansi en este sentido?
Lo estamos haciendo todos. En muchos casos, el pistoletazo de
salida ha sido la crisis, que ha llevado a las empresas a buscar
otros mercados. Comansi está también preparando su
catálogo para vender en el mercado internacional. El
año que viene estaremos en la feria de Nüremberg, donde
nos centraremos sobre todo en el mercado europeo, aunque ya hemos
hecho operaciones en Oriente Próximo. América del Sur
y América del Norte es un proyecto a cuatro o cinco
años vista.